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REPORTAJES
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Paellas Castellón-Elche

La festividad de paellas en la Universitat Jaume I de Castellón es diferente respecto a otras fiestas. Para empezar, el evento nace con el fin de festejar el aniversario de la promulgación de la Ley de creación de la Universitat Jaume I. Por ello, este año se conmemoraba, el 26 de febrero, el XXV aniversario de la promulgación de esta ley. En la UJI, mientras el colectivo docente de la universidad, y los organismos internos hacen una charla en el Paranimf de la universidad para celebrar el aniversario, los alumnos lo celebran de manera distinta: beben, comen, bailan y se divierten en otro lado del campus. Otro ejemplo de fiesta de paellas y de carácter público, es la que realiza la Universidad Miguel Hernández de Elche.
A diferencia de la festividad de paellas de otras universidades, esta mantiene su carácter público, mantiene la idea de desarrollo desde su creación hasta ahora: una fiesta por y para los universitarios, en la universidad y llevada a cabo por lo mismos universitarios. Con este ítem, mantiene un clima familiar, se podría decir, ya que tan solo los universitarios disfrutan de esta fiesta cada año en el mes de febrero. Por tanto, únicamente alrededor de 10000 estudiantes de la UJI, pueden acceder a este evento, a diferencia de otra, donde puede acceder cualquier persona ajena a la comunidad universitaria que adquiera una entrada, ya que esas festividades son dirigida por empresas donde el beneficio es un factor crucial.
Pero la situación ha cambiado. Como todos sabemos, son tiempos económicamente duros. Muchas personas tienen dificultades para poder estudiar por la tasas de la matrícula, incluso muchos han tenido que dejar su carrera por la imposibilidad de hacer frente a los excesivos precios de la matrícula.
En los último años, desde el organismo interno de la UJI, el Consell d'Estudiants, y los propios estudiantes, se ha vivido un tira y afloja constante cuando se aproximaba la fecha de celebración. El organismo interno de la universidad, decidió no seguir apoyando y financiando la festividad, ya que ese dinero se podría destinar a otras áreas con mayor importancia, pero la comunidad universitaria no quiere suprimir su celebración, por lo tanto, el Consell d'Estudiants decidió hacerse cargo de la misma. Y en estos tiempos de difícil situación económica, decidieron organizar la fiesta de manera autofinanciada y autogestionada, con la aportación de una suma de dinero por parte de los estudiantes, para que el presupuesto destinado a becas aumentase.
El año pasado fue el primer año en que se puso en marcha esta medida, la aportación no era obligatoria, pero sí de manera simbólica, como una pequeña donación. Con esta medida, se recogió una suma de dinero menor a la esperada, con lo que se tuvo que gastar más dinero, en teoría destinado a becas, para cubrir el gasto total de la fiesta, ya que sólo se recogieron unos 3000 euros. Las encuestas previas realizadas a los alumnos universitarios tampoco presagiaban un resultado muy positivo, ya que muchos dudaban del destino del dinero que iban a depositar, no tenían seguro si iba a ir destinado a becas o a otras áreas que no reportasen beneficios directo a los alumnos que lo necesitaban, por eso, la cantidad recaudada fue tan escasa.
Este año, pese a que las dudas por parte de los alumnos seguían en el aire, y algunos se quejaban de manera personal y vía red social, la cosa ha cambiado, y la aportación de dinero ha sido obligatoria. Cada asistente debía pagar 2 euros si quería una pulsera para entrar al recinto. Una cantidad para nada excesiva y que servía para cubrir gran parte de la festividad universitaria, y así el dinero previsto para la misma irá dirigido a la beca, así se les hizo saber en sendos comunicados. De esta manera, el presupuesto destinado a becas por parte del Consell ha pasado de 15000 a 30000 euros.
Además, este año, a la universidad se le presentó otro problema. Los vecinos del Raval Universitario protestaron el año pasado por el descontrol de los estudiantes en los lugares próximos al recinto. Lidón de Juan, presidenta de la asociación de vecinos, afirma que necesitan más efectivos de policía en el barrio, más limpieza y más seguridad, ya que año anteriores, los estudiantes han complicado el día a los vecinos y han ensuciado sus zonas comunes. “Hay vecinos que no pueden entrar a aparcar a sus garajes porque los estudiantes bloquean las entradas a los párkings; y otros que no pueden acceder a sus domicilios porque en sus puertas hay botellas de vidrio rotas o vomitonas” añade. Ante esto, la universidad decidió prohibir la salida de los estudiantes del recinto, para evitar problemas con los vecinos.
Con todas estas medidas, la fiesta de las Paellas en Castellón sigue siendo pública, financiada por estudiantes de la universidad y para su disfrute y, a priori, puede seguir celebrándose en los años venideros de esta manera. Los alumnos quieren que su evento por excelencia siga, y los vecinos, si hay control como este año, no tienen inconveniente, se aferran al 'un día es un día'. Asimismo, los comercios de la zona ven también con buena cara la continuidad de esta celebración. Bares, y comercios de alrededor hacen una caja importante ese día ya que los participantes, cerca de 10000 este año, compran los productos para la festividad en sus locales, y cogen fueras con un almuerzo antes de entrar al recinto.
En el caso de la Universidad Miguel Hernández de Elche, consiste en celebrar el inicio del curso universitario. Se trata de un evento que ha ido evolucionando y que, aunque nació como una pequeña fiesta universitaria espontánea que los estudiantes celebraban cada vez que empezaba un nuevo curso, se ha convertido en un festival de música al nivel de otros eventos nacionales que tienen lugar en otros puntos del país y que congregan a miles de personas. Los organizadores, el Vicerrectorado de Estudiantes y Deportes de la Universidad Miguel Hernández y la empresa Babalúgroup, destacan que el secreto del éxito de la Bienvenida UMH radica en seguir manteniendo la esencia de una fiesta estudiantil.
Ahora bien, el problema o la duda salta cuando las otras provincias de la Comunitat (Valencia y Alicante) han adoptado la vía privada, y los pasos que emprendieron hasta llegar a ese modelo fueron los mismo que, de momento, ha adoptado la UJI. Por lo tanto, el modelo público sobrevive en un panorama donde lo privado es lo que manda, y no se sabe hasta cuándo sobrevivirá esta festividad de manera pública. En la mano de los alumnos y el Consell está el futuro de este evento en Castellón, si se decide pasarse al ámbito privado, porque una empresa está interesada, las Paellas, tal y como se conocen hasta ahora, cambiarán de una manera notoria, y el ámbito privado logrará el monopolio en toda la Comunitat Valenciana.

